viernes, 24 de abril de 2009

Revelacion Divina del Cielo

ASWM presenta a Mary K. Baxter en Revelacion Divina del Cielo.



Indice


Prefacio

Introducción

1. Dentro de las puertas
2. El trono de Dios
3. Antes, ahora, y después
4. Graneros del cielo
5. Orden en el cielo
6. Lo que les sucede a los niños
7. Adoración alrededor del trono
8. Seres santos en el cielo
9. Las glorias del cielo
1O. Visiones de ángeles mientras trabajan
11 . La Palabra de Dios
12. Viene un mundo nuevo
13. El regreso de Jesucristo
14. Súplica final del Señor: “Estén preparados”

Sobre la autora

Prefacio

Los escritos inspirados de Mary Kathryn Baxter han sido ungidos por Dios, y han bendecido a cientos de miles de personas. Creo que es de suma importancia difundir ampliamente el mensaje que Dios le ha dado. Ella comparte estas experiencias en cientos de iglesias cada año, y ahora las ha puesto en for ma de libro.
Su obra anterior, "Una revelación divina del infierno" ha sido particularmente utilizada por Dios para dar el mensaje eterno de salvación a los perdidos y ha sido ampliamente recibida con entusiasmo por gente de todo el mundo, habiendo sido impresa en muchos paí ses y en diversos idiomas. Más de medio millón de ejmplares han sido vendidos hasta la fecha. Estoy convencido de que este nuevo libro, "Una revelación divina del cielo", tendrá un éxito aun mayor.
Como pastor de Mary Kathryn Baxter durante varios años, la conozco personalmente y respaldo plenamente su ministerio. Dios ha puesto su aprobación sobre su trabajo al ungir su ministerio y darle una aceptación tan amplia a este mensaje.
Este libro es el resultado de muchas oraciones, lágrimas y arduo trabajo. Le pido al Señor que a través de la distribución de este libro muchas almas lleguen a conocer a Jesucristo y que se preparen para pasar la eternidad en el cielo!
—T. L. Lowery, Ph.D.

Introducción
El presente libro es una narración de varias experiencias genuinas que he tenido con Dios. No se trata de la obra de mi imaginación hiperactiva o del sueño de alguien con anhelos de algo mejor de lo que esta vida puede ofrecer.
El cielo es una realidad y las experiencias que describo en este libro las he narrado tal y como me sucedieron a mí. No ví todo lo que hay que ver en el cielo, pues necesitaría la eternidad para hacerlo. No cuento todo lo que allí ví, del mismo modo que tampoco lo hizo el apóstol Pablo (véase 2 Corintios 12:1-4). No obstante, relato todo lo que Dios me ha dicho que comparta.
Quiero honrar especialmente y agradecer a mi pastor, el Rdo. Dr. T. L. Lowery, y a su bella esposa, Mildred, por su apoyo, aliento y valiosa contribución a este esfuerzo. También deseo expresar mi agradecimiento sincero a la plantilla de la Iglesia de Dios Nacional y al Rdo. Marcus V. Hand por su orientación editorial con respecto a este libro. Además, reconozco con agradecimiento y doy el debido crédito a todos los de Whitaker House en New Kensington, Pennsylvania,quienes han contribuído en diferentes formas para lograr que tanto "Una revelación divina del infierno ", como "Una revelación divina del cielo" sean asequibles al público lector.
Estoy agradecida a Dios de que me haya llamado para compartir este mensaje. Le agradezco que me haya fortalecido y que me haya alentado en mi ministerio, el cual es una vocación divina. ¡Que Dios los bendiga a todos ustedes!
—Mary K. Baxter

Mensaje de Jesús a Kathryn
“Tu has nacido con este propósito, el de escribir y relatar lo que te he mostrado y lo que te he dicho, porque estas cosas son fieles y verdaderas. "Tu llamamiento es hacer saber al mundo que hay un cielo y que hay un infierno y que yo, Jesús fui enviado por el Padre para salvarlos del tormento y prepararles un lugar en el cielo.”

Dentro del las puertas
Dios en su misericordia y gracia infinitas, me permitió ir a ese hermoso lugar llamado “cielo”. La logística de mi viaje a su morada y de mi regreso a la tierra me resulta poco clara, pero no me puedo equivocar en cuanto a la realidad de lo que me sucedió.
¿Cómo fueron reveladas las maravillas incomparables del cielo a una simple mortal como yo? Permítanme comenzar con el principio.
Una noche el Señor se me apareció y me dijo que me había elegido para una misión especial. Me dijo: “Hija mía, yo me manifestaré a tí a fín de trasladar a las personas de las tinieblas a la luz. Te he elegido con un propósito: tienes que escribir y hacer un registro de las cosas que te mostraré y te diré.”
Me sometí completamente a Dios y comenzaron a suceder cosas asombrosas. Fui tomada de donde estaba en ese momento y trasportada al mismo infierno. Tenía el uso de mis cinco sentidos, podía ver, palpar, oír, oler y gustar. No obstante, se trataba de un acontecimiento sobrenatural. Me daba cuenta de que el impacto que hacía en mí tenía una finalidad.
Durante días, después de haber sido yo llevada por el Señor al infierno, estuve muy dolida en mi alma. Mi corazón estaba triste y apesadumbrado debido a los horrores que había presenciado. Había visto el juicio de Dios sobre el pecado y sobre la gente que había ido al infierno. Yo oraba encarecidamente a Dios y procuraba su consuelo.
Después de 31 días de haber empezado estos sucesos, el poder del Dios omnipotente volvió a caer sobre mí. A las dos de la mañana, un vigoroso ángel se presentó junto a mi cama. Jesucristo se hallaba de pie detrás de aquel ángel. Al mirar yo el rostro del Señor, vi que me sonreía pero no me decía nada.
El poderoso mensajero de Dios me dijo: “Dios me ha dado una misión especial. He sido enviado acá para llevarte al cielo y mostrarte parte de este.”
Volvió a hablar después de un rato: “ y mira la gloria de Dios!”
Enseguida, y de forma sobrenatural, fui trasportada de mi casa y me hallé parada junto al ángel celestial frente a una de las puertas del cielo.
¡La abrumadora belleza de lo que veía a mí alrededor era fascinante! La ropa del ser celestial parecía una vestidura resplandeciente de luz. El ángel tenía alas triangulares que relucían con los colores del arco iris. Aunque yo no estaba sorprendida, sí quedé asombrada por la hermosura indescriptible de Dios que era evidente por todas partes.
Acto seguido, el ángel repitió una exclamación que yo oiría muchas veces: “ la gloria de Dios!”
La magnífica puerta que estaba ante mí en su es plendor estaba hecha de una perla sólida.
Con admiración contemplé todo lo que pude de ese hermoso panorama. Hasta ese punto, no había visto al Señor por ninguna parte, mas me hallaba totalmente extasiada por la gloria del cielo.

LA ENTRADA EN EL CIELO
Cuando llegamos allí, dos ángeles de gran estatura estaban fuera de la puerta. Ambos llevaban vestiduras relucientes y tenían una espada en la mano. La cabellera de ellos era como de hilos de oro y sus rostros resplandecían.
El ángel que me acompañaba se apartó para hablar con los dos ángeles que vigilaban la puerta y me dejó sola. Con asombro pensé: “ qué gloriosas son las puertas del cielo! ¡Qué maravilloso es poder ver esto personalmente!”
De repente, me di cuenta de que iba a entrar realmente en el cielo.
Al mirar a los ángeles del Señor, pude oír parte de la conversación que sostenían. Uno de ellos entró por la puerta y regresó casi de inmediato con un pequeño volumen. El libro tenía una cubierta de oro, y lo que estaba impreso adentro también era de oro. Parecía que era un libro con la historia de mi vida. Mi nombre estaba
estampado en la cubierta: Mary Kathryn Baxter
En el rostro de los ángeles se esbozó una sonrisa de aprobación. Abrieron el libro, se miraron y entonces dijeron con una voz que pude oír: “Ella puede entrar por la puerta.”
Mi ángel guía me escoltó a través de la magnífica puerta y entré en el cielo.
De pronto, todo el ambiente se llenó de música. Me sentí rodeada por ella. Estaba por encima de mí. Parecía como si penetrara todo mi ser. Una poderosa ola tras otra de hermosa música y cantos bañaban el paisaje y parecía que lo envolvían todo y a todos.
El asombro volvió a dejarme sin aliento cuando entré en la ciudad. El paisaje de esa ncomparable ciudad estaba más allá de la descripción. A mi alrededor se hallaban las flores más bonitas y coloridas que yo jamás había visto.
Por todas partes había un verdor y vegetación increíbles. Incluso las flores de las plantas parecían reaccionar a la música y al canto.
La música continuaba girando alrededor mío. Parecía como si yo formara parte de aquello.
Una cosa es intentar describir las maravillas de esa ciudad, otra bastante distinta, es saber que uno compartirá la alegría de ella.
Ví algunos de los ciudadanos exuberantes del cielo y todos vestían túnicas. Esta cita bíblica vino a mi mente:
(Isaías 61:10)"En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas".
La felicidad y la alegría que refulgía del rostro de ellos sobrepasa cualquier comparación.
El cielo es un lugar real. No es el figmento de alguna imaginación. En la Biblia aparece registra do que Jesús dijo(Juan 14:1-2):
"1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros".
El cielo es un lugar preparado para gente preparada. Puesto que nosotros como hijos de Dios hemos sido trasformados y hechos nuevas criaturas por el milagro de la regeneración, y puesto que ahora somos nuevas criaturas en Cristo, es un gozo saber que el lugar en que pasaremos la eternidad ha sido preparado por el Salvador que nos redimió.
El cielo es un lugar perfecto. Puesto que nuestro Salvador es perfecto, omnipotente y eterno, el cielo tiene también que ser un sitio perfecto. Puesto que Él nos está preparando un lugar allí para que vivamos con Él por toda la eternidad, también nuestra casa eterna será perfecta. Nada echará a perder jamás ninguna parte de esa morada celestial. Nunca se permitirá en trar nada en el cielo que pueda profanarlo o estropearlo.
(Apocalipsis 21:27) "no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero".
El cielo está fuera del alcance del pecado y de los pecadores de todo tipo y descripción. Se excluirá a satanás para siempre de ese lugar celestial.
(Apocalipsis 12:3-4, 7-10, 12-13) También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estre llas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Yel dra gón separó frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y satanás, el cual en gaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. 10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; por que ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
2 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
¡Esa serpiente, satanás, y sus huestes impías no alzarán jamás su fea cabeza en el clima puro y santo del cielo!
Los demonios no pueden entrar en el cielo. Los ángeles caídos que se rebelaron contra Dios y “no guarda ron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada” (Judas 1:6) no pueden regresar al cielo.
No faltará nada en el cielo. No se omitirá ningún detalle que contribuya a que su entorno sea perfecto.
Dondequiera que vayamos en la tierra, no importa dónde vivamos o cuán lujosa pueda ser nuestra mansión, siempre tendrá fallas y defectos obvios que impedirán que sea perfecta. En contraste, Dios no ha cometido fallas al construir el lugar llamado “cielo”. Su gloria, sus bellezas, sus maravillas sobrepasan la capacidad humana para describirlo. Es maravilloso contemplar el esplendor indescriptible de ese hermoso lugar.
El brillo combinado de la luz del Hijo de Dios al reflejarse en los muros de jaspe, las puertas de perla, las innumerables mansiones y el hermoso río de la vida crea una escena que ningún artista podría jamás re presentar adecuadamente.

HOGAR DE ALMAS REDIMIDAS
El cielo es un lugar permanente. Ningún enemigo podrá conquistar jamás el paraíso de Dios.
No habrá desmoronamiento de sus edificios, decadencia de sus materiales, ni secamiento o muerte de su vegetación. Ninguna niebla o radiación contaminará jamás su atmósfera santa.
Esa morada permanente es una ciudad eterna y perdurable. Cantemos este himno escrito por Hattie Bueli:
Una tienda o una choza, ¿qué puede importarme? Me están construyendo un palacio allá arriba; Aun cuando me encuentre yo exiliado de Él, Todavía puedo cantar:
A Dios toda gloria, soy hijo del Rey.
En ese lugar incomparable, los santos encontrarán dulce liberación de todas sus decepciones, angustias, tragedias y desastres. Allí no habrá más pena ni aflicción. Allí no habrá más dolor. Allí no habrá más clamor:
(Apocalipsis 21:4)
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;porque las primeras cosas pasaron.
Parecía que los ciudadanos alegres a los que veía en el cielo habían provenido de muchas edades y países diferentes. Era obvio que habían diferentes nacionalidades. Entonces recordé otra cita bíblica que había leído:
(Apocalipsis 5:9)Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.

OCUPADOS EN ALABAR A DIOS
¡Con emoción mi alma alabó la majestad de Dios! Las penas y la aflicción que yo había experimentado cuando vi la revelación del infierno ahora parecían muy lejanas. Ésta de ahora era una revelación del cielo.
Vi a familias enteras juntas. Todos estaban felices, yendo a algún sitio, haciendo algo, sonriendo. Una refulgencia agraciaba cada rostro que veía.
Parecía que todos los santos del cielo estaban ocupados. Jamás estaban ociosos. Empleaban su tiempo en alabar y engrandecer a Dios. Había cánticos en los labios de todos. El ambiente de la música era el tono dominante.
No pasaremos la eternidad en ocio y pereza, como algunos han equivocadamente representado nuestro destino final. Haremos más que flotar en una nube, tocar un arpa o menear los dedos de los pies en el río de la vida. Nuestro tiempo se empleará en servir a Dios. No sabemos cuál ha de ser la naturaleza de ese servicio, pero no puede haber duda de que su pueblo lo servirá.

DIAMANTES PARA LOS GANADORES DE ALMAS
¡Podía ver por todas partes exquisitos diamantes que brillaban y relucían! Algunos eran tan grandes como bloques de cemento.
Algunos de esos diamantes parecían ser para las mansiones de los que habían sido ganadores de almas en la tierra. Parecía que cada vez que alguien llevaba un alma a Cristo, el cielo le otorgaba un diamante a ese cristiano fiel. La Biblia dice:
(Proverbios 11:30) El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.
(Daniel 12:3)Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento;y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Según bebía del esplendor y la magnificencia de ese lugar glorioso, vi a un ángel inmenso y hermoso que venía bajando por una vereda. En sus manos sujetaba un rollo con bordes de oro.
El ángel puso el rollo en una mesa de pedestal, que era de un material plateado diferente a cualquier cosa que yo hubiera visto antes. La mesa oblonga literalmente refulgía con luz.
El rollo tenía un nombre escrito en él. Uno de los santos lo tomó y comenzó a leerlo.
“Jesús es el maestro de obra”, me dijo un santo del cielo. “Él determina quién merece los diamantes y a dónde han de ir. Este rollo que he tomado es un informe de la tierra de una persona que llevó a alguien a Jesús, que aumentó a los pobres, que vistió a los desnudos, que hizo grandes cosas para Dios.”
(Mateo 25:31-41, 46)31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

ESPACIO PARA TODOS
El ángel me repitió el mensaje de bienvenida: “Ven y mira la gloria de tu Dios.”
Conforme a la dirección del Señor, hago un registro de esta descripción del cielo tal y como lo ví. Necesita mos comprender que el enfoque de nuestras esperanzas y deseos debe estar en pasar toda la eternidad con nuestro Señor.
¡El cielo es la tierra de los sueños hecha realidad!
Me emociono en cuanto al cielo porque después de que terminen nuestra obra y trabajos sobre la tierra, nos iremos de este mundo e iremos allá. Dios ha preparado la ciudad, y Jesús está preparando un lugar allí para los que lo amamos.

COMUNIÓN PERFECTA
En el cielo se restablecerá totalmente una ininterrumpida comunión entre Dios y el hombre.
Cuando Adán y Eva estaban en el huerto del Edén, Dios visitaba esta tierra.
Después que la comunión con Él fuera arruinada por el pecado y la desobediencia, Dios continuó mostrando su deseo de tener comunión con la humanidad.
Su última expresión de amor por la humanidad fue dar a su propio Hijo para que sufriera una muerte inclemente en una cruz cruel. Mediante la muerte y resurrección de Cristo, la comunión entre Dios y el hombre se convirtió de nuevo en una posibilidad.
Incluso ahora, las circunstancias de la vida pueden impedir nuestra comunión íntima con Dios.
Pero allá en el cielo no habrá más impedimentos. Conoceremos la comunión verdadera con el Rey de reyes y Señor de señores. La comunión con Él será plena.
El cielo es la morada del Dios vivo. Está mucho más allá de los cielos atmosféricos y más allá de los planetas y las galaxias. Es la mansión perpetua de “los redimidos de Jehová” (Isaías 62:12). Es el destino eterno de todos los hijos de Dios mediante la fe en Cristo.
No necesitamos temer que nos ubiquen en un diminuto departamento en el cielo al que le hayan colocado el rótulo de “mansión”. Cuándo los redimidos de todos los tiempos seamos llevados a nuestro hogar en la gloria, allí habrá espacio suficiente para todos nosotros para que tengamos una de las muchas mansiones, de las muchas moradas, que Jesús dijo que estaba preparando para nosotros en la casa de su Padre:
(Juan 14:1-4)
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
El cielo seguramente tiene espacio para todos:
Después de esto miré, y he aquí una gran multi tud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
(Apocalipsis 7:9-11)10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vi vientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios.

LÁGRIMAS EN EL CIELO
Luego fui llevada a un lugar en particular en que el ángel se detuvo y me dijo: “Dios quiere que te muestre la habitación de las lágrimas.”
Muchas veces, puede que ustedes hayan leído varios pasajes en el libro de los Salmos acerca de nuestras lágrimas y sobre cómo se ocupa Dios de nosotros. Los ángeles captan nuestras lágrimas y las meten en redomas o sea, vasijas
(Salmo 56:8). Muchas veces, me había preguntado qué significaba eso.
Sé que muchos de ustedes que leen estas palabras han vertido muchas lágrimas por sus seres queridos: sus hijos, su cónyuge o sus parientes. Especialmente, si la persona ha pasado por una separación o por un divorcio, ha sentido como si se hubiera esfumado toda esperanza. Ustedes se han afligido por los seres queridos que han perdido.
Quiero decirles que Dios me mostró una habitación de lágrimas. Era tan bella. El ángel me condujo a un gran vestíbulo que no tenía puerta.
Al mirar en su interior, pude ver que la habitación misma no era muy grande, pero la santidad y el poder que irradiaba de allí, me asombró. Amueblada con estantes de cristal, las paredes interiores brillaban con luz.
En los estantes habían muchas vasijas, algunas de las cuales estaban en grupos de a tres y parecían ser de cristal transparente. Debajo de cada conjunto de vasijas brillantes semejantes al cristal había una placa con un nombre en él. Había muchas de estas vasijas en la habitación.
Entonces, ví a un hombre dentro de la habitación que parecía haber sido glorificado. Su túnica, de color morado oscuro, era muy bonita y parecía de terciopelo.
Justamente a la entrada había una elegante mesa, hecha de un material valioso, la cual refulgía con majestuoso resplandor. ¡La esplendorosa escena que ví me asombró!
En la mesa habían libros que parecían como si hubieran sido cosidos con el más bello género, parecido a la seda, que jamás yo hubiera visto. Algunos tenían diamantes, perlas y encajes; otros tenían gemas verdes y moradas. Todos habían sido hechos de forma elaborada.
Pensé: “ Dios, qué bellos son estos libros!” Me encantan los libros. Éstos, en particular, me atraían. Eran asombrosos. Al contemplarlo todo, me sentí maravillada.
De pronto, el hombre de la habitación me dijo: “Ven y mira. Quiero mostrarte esta habitación y explicarte acerca de las lágrimas. Esta es una de muchas habitaciones iguales. Estoy a cargo de ésta.”
Según él hablaba, pasó un ángel enorme por el vestíbulo. La belleza y majestad de aquel ser celestial me asombró. Me dí cuenta de que vestía una vestidura blanca, reluciente, con reborde de oro por toda la parte delantera. Parecía medir cerca de doce pies de estatura y tenía alas muy grandes.
El ángel tenía una pequeña copa en las manos. La copa dorada estaba llena (véase Apocalipsis 5:8) de un líquido. El hombre de la habitación me dijo: “Él me acaba de traer una copa de lágrimas de la tierra. Deseo que veas lo que hacemos acá con ellas.”
El ángel le entregó la copa, junto con un pedazo de papel. La nota tenía el nombre de la persona cuyas lá grimas estaban en la copa.
El hombre de la habitación leyó la nota y entonces se dirigió a uno de los lugares en que se guardaban las vasijas. Leyó la placa debajo de la vasija y yo sabía que coincidía con la persona de la tierra cuyo nombre venía en la nota.
El hombre tomó la vasija, que estaba casi llena, y la acercó a la copa. Vertió entonces las lágrimas de la copa dorada en la vasija.
“Quiero mostrarte lo que hacemos aquí”, me dijo el hombre. “Cuéntaselo a la gente de la tierra.” Entonces llevó la vasija hacia la mesa, tomó uno de los libros, lo abrió, y dijo: “
Las páginas del libro estaban totalmente en blanco. El guardián de la habitación me dijo: “Éstas son las lágrimas de los santos de Dios en la tierra según claman a Dios. Mira lo que sucede.”
Entonces, el hombre vertió una gota de la vasija, una lagrimita, en la primera página del libro. Al hacerlo, comenzaron a aparecer palabras inmediatamente. Bellas palabras, elegantemente escritas, comenzaron a aparecer en la página. Cada vez que una lágrima caía en una página, aparecía una página entera de escritura. Continuó haciéndolo página tras página, vez tras vez.
Al cerrar el libro y hablar, parecía estar diciéndole a toda la humanidad lo mismo que a mí: “Las oraciones más perfectas son aquellas que están bañadas con lá grimas que salen del corazón y el alma de los hombres y las mujeres de la tierra.”
Entonces el ángel con alas de arco iris me dijo:
“Ven y mira la gloria de Dios.”

DIOS ABRIÓ EL LIBRO
De pronto fuimos trasportados a un lugar enorme en el que habían miles y miles de personas y seres celestiales. ¡Oh, qué belleza!
Al poco tiempo pareció como que la gente desaparecía y comenzaba a aparecer por todas partes una manifestación incluso mayor de la gloria de Dios. Las grandes alabanzas a Dios se tornaron atronadoras.
El mensajero angelical me llevó hasta el trono de Dios. Ví una enorme nube, una neblina, y ví una imagen del Ser de la nube. No pude ver el rostro del Señor, pero ví su gloria y un arco iris por encima del trono. Oí la voz de Dios y me sonó como la describió Juan(Apocalipsis 14:2).: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas” En este poderoso anfiteatro, vi muchos caballos con jinetes al rededor del trono.
De repente, vi un libro que estaba sobre el enorme altar delante del trono de Dios. Vi a los ángeles postrarse ante Él. Estando yo de pie, admirada, miré esa escena, y vi lo que parecía la mano de un hombre salir fuera de la nube y abrir el libro.
De algún modo, yo sabía que lo que abría el libro era la mano de Dios.
Asombrada, vi subir del libro lo que parecía humo. De repente, el perfume más agradable que jamás hubiera olido cundió la zona entera donde yo me hallaba. El ángel me dijo que ese libro contenía las oraciones de los santos, y que Dios enviaba a sus ángeles a la tierra para contestar las oraciones del clamor del corazón de ellos. Todos alababan y engrandecían a Dios.
Al abrir Dios el libro, sus páginas comenzaron a salir del volumen y a volar hacia las manos de los ángeles a caballo. Pude escuchar su voz, “como la voz de un fuerte trueno”, clamar y decir: “ a contestar las oraciones de él! ¡Vayan a contestar las oraciones de ella!”
(Salmo 56:8-11)8 Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro? Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí.
10 En Dios alabaré su palabra; en Jehová su pala bra alabaré.
11 En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?
La Palabra viva de Dios nos explica lo que Él hace con nuestras lágrimas. ¡Qué hermoso es entender la gloria y la maravilla de nuestro Dios! ¡Qué maravilloso resulta ser receptores de su compasión! A Él le interesan incluso nuestras lágrimas.
Muchas citas bíblicas nos hablan acerca de nues tras lágrimas, acerca de nuestras aflicciones y acerca del consuelo de Dios para nosotros. Léalas y regocíjese:
(2 Reyes 20:5)Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
(Salmo 6:6-9)6 Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas.
7 Mis ojos están gastados de sufrir; se han enveje cido a causa de todos mis angustiadores.
8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. 9 Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración.
(Salmo 116:8)
8 Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar.
(Salmo 126:5-6)5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo se garán. 6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
(Isaías 25:8)8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.
(Jeremías 31:16)16 Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. (Apocalipsis 7:17)17 Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
(Apocalipsis 21:4)4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;porque las primeras cosas pasaron.
(Isaías 35:10)10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría;y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.
¡Gloria a Dios, el cielo es un lugar genuino! Iremos realmente allí. Y, cuando vayamos al cielo, no seremos vapores de humo que floten en una nube. Una de las cosas maravillosas acerca del cielo es que nuestras lágrimas y aflicciones serán reemplazadas por alegría eterna, tal como se promete en la Pala bra de Dios. No obstante, ¡todavía hay mucho más!

El TRONO DE DIOS
El cielo es un lugar real. Es un destino literal. No es ningún sueño efímero o visión imaginaria. Dios nos ha revelado a todos en las Sagradas Escrituras muchas de las realidades del cielo.
EL PRIMER CIELO
Primero hay un cielo atmosférico. Se trata de la atmósfera alrededor de la tierra. Es donde vuelan los pájaros y los vientos soplan. Es donde se forman los chubascos, las tormentas, la neblina, los vapores y las nubes.
El primer cielo es el sitio al cual se refería el ángel en Hechos 1:11 cuando le preguntó a los discípulos por qué estaban “mirando al cielo”. Jesús, cuando le habla ba a su Padre, levantaba “los ojos al cielo” (Juan 17:1).
EL SEGUNDO CIELO
Luego está el cielo del espacio. Esa es la región del Sol, la Luna y las estrellas. Se menciona en muchos lugares en la Biblia, algunos de los cuales se dan aquí:
(Génesis 22:17)17 De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar;y tu descendencia po seerá las puertas de sus enemigos.
(Deuteronomio 4:19)19 sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.
(Job 38:31-33)31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dis pondrás tú de su potestad en la tierra?
(Isaías 13:10) 10Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.
(Mateo 24:29)
29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
EL TERCER CIELO
Es el destino de los justos. No obstante, se encuentra más allá de la atmósfera y del cielo estrellado. Es el lugar al que se refería el apóstol Pablo cuando escribió:
(2 Corintios 12:2 vp). “Conozco a un seguidor de Cristo, que hace catorce años fue llevado al tercer cielo El cielo, como lo utiliza la autora a lo largo de este libro, es la región de la que se habla a menudo como la presencia inmediata de Dios:
(Hebreos 9:24)
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; El cielo es donde vive Dios. Cuando Jesús nos ense ñó a orar nos dijo que lo hiciéramos al “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9).
En 1 Reyes 8:30, al cielo se lo llama el lugar en que vive Dios. En Salmo 11:4, se lo llama el templo santo de Dios y el lugar en que está su trono.
Allí, en el templo de la majestad divina de Dios, se revela su excelsa gloria de la manera más evidente. Es un lugar sagrado de luz, alegría y gloria. No sabemos exactamente dónde está ubicado, pero a menudo se in dica el cielo en la Biblia como que está “arriba”.
Sabemos que el Dios todopoderoso está en el cielo. Allí, el Padre y Jesucristo son el enfoque central de los santos, los ángeles y todos los seres que lo adoran.
¡Qué gloriosa compañía hay en el cielo! Allí están los ángeles, porque Jesús dijo (Mateo 18:10). “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.
Allí están los redimidos, pues Jesús nos prometió (Juan 14:3) “ donde yo estoy, vosotros también estéis”. Se nos dice en 1 Pedro 1:4 que se ha reservado una herencia para nosotros en el cielo que es incorruptible, inmarcesible y que no desaparecerá.
Hermanos, me entusiasmo cuando testifico acerca de mi hermosa visita al cielo. Me emociono al describir las cosas que ví y los seres que conocí.

LA ALABANZA DEL CIELO
Después que el ángel de Dios me mostró la habitación de las lágrimas, repitió el estribillo que le escuché decir tan a menudo a lo largo de mis visitas al cielo:
“ y mira la gloria de tu Dios!”
El esplendor radiante y magnífico del cielo me abrumó. Los efluvios de gloria que parecían surgir de todo lo que veía me llenaban de admiración. La belleza y gloria de esa hermosa tierra no puede ser descrita con precisión por el ojo de la mente a menos que la persona la haya visto personalmente.
En ese momento me vinieron a la mente las pala bras que una vez había yo oído citar a alguien:
La luz del cielo
Es el rostro de Jesús.
El gozo del cielo
Es la presencia de Jesús.
La armonía del cielo
Son las alabanzas a Jesús.
El tema del cielo
Es la obra de Jesús.
La ocupación del cielo
Es el servicio a Jesús.
La plenitud del cielo
Es Jesús mismo.
Según iba yo en compañía del ángel, pude percibir por todas partes gozo, paz y felicidad. Mis pensamien tos volaron hacia mi familia en la tierra, y pareció que el ángel los leyó, pues me dijo: “Tienes una misión que cumplir para Dios. Les tienes que decir a las personas de la tierra lo que hay acá arriba. Dios te está mostrando parte del cielo, aunque no todo. Ven y mira la gloria de tu Dios.”
Cuando llegamos a nuestro destino, pude oír muchas, muchas voces cantarle alabanzas a Dios. La magnífica música de los adoradores del cielo llenaba mi alma de emoción. Las expresiones de honra y gloria hacían eco repetidas veces en la vasta expansión del cielo según los serafines y los redimidos cantaban con vehemencia himnos de alabanza.

APROXIMACIÓN AL TRONO
Mi alma se llenó de emoción y de alegría. De algún modo supe que nos acercábamos al trono de Dios.
El ángel que me guiaba se detuvo a gran distancia del trono de Dios. Pude entonces tener una visión panorámica de lo que allí ocurría. Ví la misma escena que vió Juan en la visión que describió en Apocalipsis:
(Apocalipsis 5:11)
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, ¡Oh, moradores de la tierra, si sólo pudieran percatarse de lo que Dios tiene reservado para los que lo amamos!
Según miraba yo fijamente y con arrobamiento la escena ante mí, sucedió algo incluso más maravilloso. Pude oír a todo volumen las miles y miles de voces que alababan a Dios. Entonces, maravilla de maravillas, el ángel me permitió mirar lo que siempre había yo deseado ver, el trono de Dios.

EL GLORIOSO TRONO DE DIOS
El trono de Dios estaba “alto y sublime” (Isaías 6:1). El río de la vida, que salía de debajo de su base, fluía con toda su belleza y pureza. La gloria de Dios opacaba el trono. Parecía como silos relámpagos, los truenos y las voces estuvieran todos alrededor del trono. Juan, al describir una visión que tuvo del cielo, dijo:
(Apocalipsis 4:5)5 Ydel trono salían relámpagos y truenos y voces;y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.
Vi un arco iris encima y alrededor del trono, “semejante en aspecto a la esmeralda” (Apocalipsis 4:3). Los brillantes y magníficos matices del arco iris se mezclaban y producían colores intensos y deslumbrantes.
Se trataba de algo diferente de cualquier cosa que jamás hubiera yo visto en la tierra. Los variados colores de luz resplandeciente significaban gloria y poder. Salían del trono llamaradas de esplendor. Rayos de gloria irradiaban de él.
¡Gran parte del cielo parece transparente y esos gloriosos rayos que salen del trono están llenos de una luz que se refleja en todo el paraíso!
No sé cuánto tiempo permanecí en este anfitea tro celestial, pero me sentí abrumada de admiración.
Pensé acerca de los miles que habían venido al cielo y de los muchos miles que vendrían aún. Pensé en la santidad de Dios, en la pureza de su majestad y en la perfección de su Palabra.
Grité en voz alta: “ Dios, qué maravilloso es contemplar tu gloria, tu majestad y tu poder!”
Como antes, el ángel del Señor me dijo: “Ven con migo. Hay muchas otras cosas en el cielo que quiero mostrarte.”
LA HABITACIÓN DE LOS REGISTROS
Me asombré al ver una habitación en la que se llevaban registros meticulosos. El ángel me dijo que Dios hace que sus ángeles mantengan registros de cada servicio el ángel me recordó que yo debería hacer también un registro de estas cosas. Me dijo que habían muchas cosas que eran un misterio para mí, puesto que yo estaba viendo solamente de forma oscura (1 Corintios 13:12). Pero el ángel hizo hincapié en que yo le tenía que contar a la gente de la tierra acerca de las cosas que veía.
Al llegar a otra parte del cielo, bajé la mirada hacia un corredor muy largo. Sus muros eran altos y parecían de platino. Yo podía oír las fuertes alabanzas a Dios sonar fuera continuamente. Me asombré de la brillantez de luz y gloria que reflejaban aquellos muros. Perpleja, pregunté: “ Qué significa esto?” Parecía como que los muros tenían kilómetros de largo. No podía ver el fin de ellos.

EL GRANERO DE DIOS
El ángel que me estaba mostrando estas cosas dijo: “Mira en la parte superior de este muro.” Allí en la parte superior de él estaba grabada la palabra “Granero”.
Cuando le pregunté: “ son estos aposentos?” ¡El ángel me dijo que ellos contenían las bendiciones que estaban almacenadas para el pueblo de Dios!
El cielo es pureza perfecta, y Dios quiere purificar a sus santos en la tierra para que gocen del ambiente del cielo. El cielo es plenitud de gozo, y Dios desea darle gozo a su pueblo en la tierra. El cielo es libertad perpetua, y Dios anhela que su pueblo sea libre mientras esté en la tierra. El cielo es salud perfecta, y Dios quiere que su pueblo sea saludable aquí en la tierra. El cielo es seguridad total y Dios quiere que su pueblo se sienta confiado y seguro aquí en la tierra. El cielo es realización y cumplimiento, y Dios desea que su pueblo se sienta realizado en la tierra.
Cuando Jesús nos dió instrucciones de que oráramos a Dios: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10), nos reveló que Él quiere que tengamos un anticipo del cielo aquí en la tierra.
Hermanos, el Señor tiene graneros de bendiciones justamente para ustedes. Aguardan en el cielo por que se los reclame y se los reciba ahora, aquí en la tierra. Dios quiere salvarlos. Quiere libertarnos. Quiere sanarnos. Quiere que conozcan “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Quiere que experimenten una alegría y un “gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).
EL JESÚS SANADOR
“Mira la gloria de tu Dios”, proclamó el ángel. Cuando desapareció, he aquí que Jesús estaba a mi lado.
Miré a Jesús. Ahora me parecía que era más alto que de lo que yo lo había percibido antes. Su brillante túnica era muy elegante y llena de gracia. Las sandalias embellecían sus cicatrizados pies, y su rostro y cabellera eran magníficos y hermosos.
Según lo miraba fijamente, le pregunté: “Jesús, ¿qué son estos aposentos?”
El Señor no me respondió, sino que alzó su mano y la extendió hacia el muro. En ese momento, apareció en éste una gran abertura. Por todos los alrededores de los bordes de la abertura se veían gloria, poder y luz. Lo mismo que los demás objetos, parecía como si este le diera gloria a Dios.
Exclamé: “ Señor, ¿qué significa esto?!”
Me dijo entonces: “Hija mía, éstos son para mi pueblo. Son para los pecadores en la tierra, si solamente creen. Morí para sanarlos.”
Al mirarlo a los ojos, supe que quería que la gente creyera que Él, Jesucristo, había muerto para que pudiéramos ser sanos. Dijo: “Las sanidades están en espera de las personas en la tierra. El día ha de llegar cuando habrá una avalancha de milagros y sanidades sobre la tierra.”
Continuó diciendo: “Hija mía, hasta donde alcanza tu vista, puedes ver estos edificios de suministro o graneros. Las bendiciones que se contienen aquí aguardan por la fe de los que están en la tierra. Todo lo que tienen que hacer es creer y recibirán, creer que soy el Señor Jesucristo y que yo puedo hacerlo, y recibirán mis dones.”
“Cuando vuelvas a la tierra”, subrayó, “acuérdate de que no eres tú quien sanas. No es la vasija la que sana; soy yo. Sólo dí mi Palabra y ora y haré la sanidad. Cree que la puedo hacer.”
Yo grité: “ Gloria a Dios! ¡Aleluya! ¡Gracias, Jesús!” Jesús bajó su mano y la abertura del muro se cerró.
Entonces, el ángel y yo viajamos a gran velocidad hacia otro sitio. Aquí, también pude oír la música y las magníficas exclamaciones del pueblo de Dios. El ángel me dijo: “Hija, el Señor me ha ordenado mostrarte varias cosas. Cuéntaselas a la gente.”

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